martes, 20 de enero de 2015

Trabajos rituales.



 El jardín está en reposo, solo las camelias están activas. La tierra está demasiado fría, solo después de mediados de enero - si el tiempo lo permite - se podrá hacer algún trasplante, así que este mes es tiempo de otros trabajos.


Los días pasados los dedicamos a la matanza… aún conservamos algunos "rituales" de los viejos tiempos: la comida familiar, y los trabajos con la ayuda de familia y amigos.

De los variados trabajos que conlleva, en el que colaboró siempre con más alegría es en la elaboración de los chorizos. En mi casa los hacemos “de carne”, que se pueden consumir en crudo, “ceboleiros” – los preferidos de mi casa – y “de sangre”- los que a mi más me gustan - que aprovechan la sangre y las carnes más “feas” del cerdo.



La carne la preparamos con las normas de nuestros abuelos: nada de máquinas, muchas horas cortando a mano la carne lo más fina posible, así como el tocino, necesario para que los embutidos no resulten secos.

Creo que no exagero si digo que estuve tres horas pelando ajos, quitándole el xemelo - el núcleo - y machacándolos mezclados con sal en el mortero para reducirlos a fina pulpa… espero que el que reciba un chorizo de regalo lo agradezca.

El primer día se dedica a picar la carne y adobarla con la sal y el ajo. Los dos días siguientes se revuelve dos veces al día la zorza – la mezcla de la carne picada con el ajo y la sal - y se hacen pruebas para comprobar el punto de sal. El tercer día se le mezclan los pimentones, dulce y picante, y al día siguiente se pica y pocha la cebolla y se le añade, una vez fría, para elaborar los ceboleiros. Por el contrario los “de carne” llevan más pimentón picante y no les añadimos cebolla.



Los chorizos de sangre llevan el sabor fuerte de las especias: comino, clavo, pimienta, nuez moscada y un punto de pimentón dulce. También llevan una gran cantidad de cebolla cruda muy picadita… ¡el sabor de mi infancia!

El día de embuchar la carne es un día de trabajo duro. En los viejos tiempos – que tanto añoro - la casa se llenaba de gente, todos ayudando: unos trabajando ¡otros cantando y contando historias! En la vieja cocina había un buen fuego en la lareira y mucho espacio para estar cómodos: pan, vino y febras – filetitos de la propia carne del cerdo recién fritos - para todos los que llegaran. Y llegaban, ¡vaya si llegaban!… vecinos, familia y amigos.

 


Ahora hacemos los trabajos con más comodidad: sin humo molesto y sin frío. Aunque todavía usamos las viejas tarteras para la zorza, los viejos embudos para llenar a mano las tripas que - aunque compradas – siguen oliendo a naranja y limón. Atamos como siempre. Colgamos y ahumamos como siempre también, usando solo leña de roble y laurel para perfumar... pero echo en falta la presencia de tantos seres amados que hacían que estos trabajos fueran como rituales casi sagrados

Ahora sólo queda esperar a que se sequen con la ayuda del humo de un fuego suave.









5 comentarios:

  1. Las fiestas en torno a la comida son siempre entrañables. Muchas gracias por hacernos partícipes, eso sí, yo no he ayudado a elaborar los chorizos, pero me he apuntado al pan, el vino y las febras (como todos!).
    Siempre un placer visitar tu blog y tu jardín.
    Aprovecho para pedirte autorización (no tengo tu email) para utilizar alguna de tus fotos, con créditos, porque quería escribir un post sobre tu jardín.
    Ya me dirás. Un abrazo!

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  2. Hola Maruxa, eso de preparar los chorizos me recuerda a mis abuelos y tengo recuerdos vagos de la infancia de todo ese trabajo con la matanza de los cerdos.
    Las camelias ya he visto que son de esta temporada y no tengo ninguna, le comentaba a Dori que me voy a comprar una y la tendré en honor a mis amigos blogueros . Besitos

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  3. Mi email: maruxanascimento@gmail.com
    Por supuesto que pueden usar mis fotos.
    A las dos os deseo todo lo bueno.
    Un abrazo

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  4. Querida Maruxa, que lindos recuerdos muy parecidos a los míos, aquí la matanza se elabora como siempre, pero con otras maquinas el sabor es el mismo, pero ya nada es igual, aquello ya no vuelve. Los chorizos que más le gustan a mí marido son los de cebolla, que aquí no los hacemos, pero como buen gallego que es, le gustan esos. Besos fuertes y menudo trabajito te espera esta primavera en el jardín.

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