A lo largo de mi vida conocí a algunos canteros de nuestra zona, todos ellos artistas a los que mucho admiré y respeté.
Lo chocante era que casi se ofendían si los alababa, como si el don que tenían en sus manos fuera un desdoro.
Sin embargo recuerdo claramente, a pesar de los años que han pasado, a uno que no tenía ese sentimiento: Segundo Fernández. Acariciando con sus dedos sarmentosos una piedra que ya casi no podía ver, pues pasaba de los 90 años, intentaba aún así tallar el escudo de los López de Sotomayor. “Las figuras ya no estarán perfectas” se lamentaba. Ojalá haya sentido nuestra emoción al recibirlo; fue un regalo para mi marido, y puedo asegurar que pocas cosas estimó más que a esa piedra armera.
A continuación os muestro algunos ejemplos del trabajo de esos virtuosos, todos ellos recogidos en nuestra zona.
Quiero también mostraros el hermoso jardín de los bordes de una de nuestras carreteras. La que acaban de destruir era de igual belleza; ahora es casi recta, vallada y desolada. El tiempo la vestirá de gala, el Gran Jardinero velará para que así sea.