viernes, 22 de enero de 2010

Invierno.

Rosa en un día de nieve.

Frío, nieve y lluvia - el jardín está empapado, lleno de hojas y ramas caídas en los pasados días de vientos huracanados. No importa, en dos o tres días de limpieza recuperará su aspecto pulcro y acicalado. Además los pájaros ya nos anuncian que el buen tiempo no tardará, estas últimas mañanas a las siete ya empiezan a cantar. ¡Cómo anima pensar en los “trabajos” que nos esperan!

Ya pude podar algunas fucsias que estaban muy desmejoradas, espero que la poda las ayude a restablecerse; muchos inviernos creí que sería imposible recuperar plantas castigadas por la dura climatología y sin embargo, al subir la temperatura, casi todas rebrotan sin ningún problema.

Invierno.

Estoy triste, sí, pero más que tristeza siento pena y también, por qué no decirlo, indignación al constatar la falta de sentido común de nuestros gobernantes; el próximo ocho de febrero tendremos el primer encuentro con los que ordenan las expropiaciones de las tierras necesarias para esa gran carretera que van a construir - en lugar de mejorar la que tenemos, que sería lo sensato. Los tremendos destrozos que van a causar esas obras en el entorno de esta pequeña aldea no tendrán arreglo posible...

Quizás alguien piense: "es natural que le duela que le arrebaten su tierra, pero el bien de muchos es prioritario”. Pues no, no es sólo el dolor por la tierra y por los maravillosos arboles que desaparecen; es la pena causada por lo que yo considero incapacidad de hacer los cambios con sensatez, con visión de futuro y con el respeto indispensable por nuestro entorno.

Un amigo que me quería consolar me dijo que posiblemente aún me espera la misión de volver a plantar otros abetos, castaños y robles. Tendré que darme prisa... tengo muchos años y pocas fuerzas. Además no me queda tierra.

Nuestro abeto navideño.

Konrad Lorenz en su libro “Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros” dice que son los sentimientos los que han hecho del abeto el símbolo de la esperanza y de las cosas que nunca pasan. Intentaré encontrar en el sentimiento que me transmite el jardín la fuerza para resistir los malos momentos que se aproximan.

sábado, 2 de enero de 2010

Feliz año y feliz década para todos.


Nuestro gato, muy elegante durante las fiestas.

Al año nuevo, nuevos propósitos” me decían mis padres, y seguramente intentaba seguir el consejo… no recuerdo cuantos días persistía la buena voluntad, no serían muchos pues la persistencia no era una de mis virtudes. Pero son extraños los caminos del Señor, me enamoré de los rosales y ellos me ayudaron a vencer esa debilidad pues ahora, si me parece que tengo alguno mal situado, por muy cansada y desanimada que pueda encontrarme, una extraña fuerza aparece súbitamente y en pocos momentos empiezo a proyectar cambios posibles.

Hoy di una vuelta por el jardín y ya tengo tarea para las próximas semanas. ¿Cómo pude plantar tan inadecuadamente dos esquejes de Gertrude Jekyll? Dos años estuvieron en tiesto, en el segundo año alcanzaron los 80 cm. y florecieron durante todo el verano. Luego los planté en tierra y, por no haber escogido con cuidado el emplazamiento, menguaron y ahora están tristísimos y apenas florecieron. Tengo que buscarles una situación más favorable.

La rugosa Frau Dagmar Hastrup también tiene que ser retirada de la cercanía de Westerland pues se afearon mutuamente. Algunos rosales de Barni necesitan más espacio, sus flores necesitan que la luz baile con ellas; si están muy cerca de algo que proyecte sombra, sea rosal o arbusto, pierden mucha belleza. Tengo que moverlas.

Transplantar es fácil, lo más duro es abrir los grandes agujeros, pues cuanto más profundos se hagan más se desarrollará la planta y más espléndida será la floración. En mi larga experiencia el resultado fue siempre óptimo cuando no tuve pereza y los hice adecuadamente.

Este invierno está siendo duro, pero los rosales están sanísimos y aún pude recoger algunas rosas que, a pesar de tener menos pétalos que en primavera o verano, no son menos bellas. Mi querida Gertrude Jekyll es la que merece el primer premio, pero Mutabilis, Cornelia, Scarborough Fair y Erfurt también se están portando magníficamente.

Estoy convencida de que los rosales son las plantas más adaptables que conozco.

Heritage.

Cornelia, con sus hojas tan sanas.