“Non hai vento: non hai mal tempo.”
Hoy tiene sentido el refrán, un viento helado nos acompaña y será responsable del fracaso casi seguro de un trasplante.
Desde el principio del jardín he estado constantemente cambiando plantas de un lugar a otro: unas veces por falta de visión espacial, otras por plantas que se desarrollan más de lo previsto, colores que chirrían, formas que desagradan, etc... Nunca fue para mí un problema. He llegado incluso a realizar algún trasplante en agosto sin complicaciones.
Bloomfield Abundance
No hay duda en el jardín las prisas no son aconsejables. Estos días tuvimos que cambiar la situación del rosal
Bloomfield Abundance, estorbaba la visión del estanque, interfería el reflejo de la luz en el agua. Una vez decidido el cambio, y al ser una planta con un peso excesivo, recurrí a la ayuda de un voluntario con fuerza pero sin noción alguna de estos trabajos. Cuidado con estos ayudantes, porque siempre tienen entusiasmo, y con la mezcla de entusiasmo y fuerza… ¡socorro! En unos minutos la planta está en el aire, con raíces partidas y raicillas al aire por las sacudidas. De nada vale que le repitas: “¡Cuidado!” En seguida te responden: “No se preocupe, si es un momento…” El resultado es una segura deshidratación de la planta. En este caso, con mucha suerte y una drástica poda, colocándolo a la sombra y con algún aporte de agua con abono líquido una vez a la semana, quizás remonte. Siempre que este viento tan frío y cáustico no perdure muchas horas.
Cecile Brunner
Trasplantar es fácil si se respetan unas cuantas normas: haciendo una zanja alrededor de la planta que coincida con la línea vertical del extremo de las ramas exteriores, lo suficientemente profunda para levantar el cepellón haciendo palanca con dos palas enfrentadas. Levantando la planta lentamente, sin sacudidas bruscas, y habiendo tenido el cuidado de humedecer levemente la tierra antes de empezar el trabajo.
También hay que tener siempre la previsión de preparar adecuadamente un lugar o tiesto en donde colocarlo.
Si es en tierra el agujero será lo suficientemente amplio para que el cepellón quepa holgadamente. Si la tierra es muy húmeda es importante colocar en el fondo algo de gravilla o trozos de tiestos rotos para favorecer un adecuado drenaje.
Luego, con una mezcla de buena tierra mezclada con algo de abono curado (cuidado con el abono fresco, puede transmitir enfermedades si toma contacto directo con las raíces) se termina de rellenar el hueco y, una vez bien asentada la planta, se humedece con una regadera de agua. Finalmente se presiona la tierra alrededor de la planta con los puños cerrados para evitar que queden bolsas de aire.
Si se lleva la planta a un tiesto se siguen las mismas normas; el tiesto tiene que ser amplio para poder de vez en cuando aportar algo de tierra rica en nutrientes.
El resultado es siempre muy bueno.
Si este rosal muere será uno de mis poquísimos fracasos.