viernes, 27 de febrero de 2009

Fin de la poda.


Híbrido de té tras una de las recientes nevadas.

Este año podar fue un trabajo duro, no recuerdo que los rosales llegaran al mes de febrero con tantas ramas sanas, fuertes y con algunos capullos, incluso con alguna que otra flor abierta. Con la cantidad de ramillas que crecieron en todos las direcciones, rozándose y cruzándose, cada mata era un pequeño bosque.

No hay duda que los rosales antiguos son maravillosos, por sus flores, por su perfume y además porque dan mucho menos trabajo en la poda.

Los que tienen una sola floración requieren podas menos drásticas que los rosales modernos, me limito a una poda de limpieza al terminar la floración. Corto a ras de suelo algún tronco demasiado viejo para estimular el crecimiento de jóvenes brotes y elimino las ramas débiles y las que crecen hacia el interior de la planta. Las ramas principales no las recorto, les cuelgo pesos en las puntas para obligarlas a arquearse, lo que produce un gran efecto cuando las ramas se llenan de flores. Los ingleses usaron mucho esta técnica en el siglo XIX aunque no todos los rosales responden igual, unos florecen más que otros.

A los que repiten floración les hago una poda de limpieza, eliminando todas las ramas heridas, las débiles y las que crecen en direcciones no deseadas, aclarando el centro para que el aire circule libremente.

Qué maravilla sería no tener que podar, no tener que recoger cuidadosamente todo lo podado y no tener que quemarlo después. Sería cómodo… ¡pero qué pena sentiría en la primavera al no tener la variedad de colores, de perfumes y de formas de los rosales ingleses, de los Floribunda, de los trepadores, etc.!

Cuando me piden que diga el nombre del rosal que escogería si tuviera que cultivar una sola variedad, sin dudarlo doy un nombre - Stanwell Perpetual - siempre en flor de marzo a diciembre. Sus flores tienen un suave perfume y un bellísimo color que puede ser blanco nacarado o rosa tenue. Además tienen otra gran cualidad, las rosas se caen solas una vez marchitas, así la planta tiene siempre un aire arreglado y limpio. Apenas necesita una ligera poda al final del invierno.

Con Cornelia, Felicia y Buff Beauty tuve una buena algazara, llevaban tres años con las ramas entrelazadas y en ese tiempo sólo le había hecho poda de limpieza. Ya necesitaban renovar algunas ramas y el centro estaba un poco enmarañado, pero ahora las veo tan desnudas que me asalta la duda de si hice lo correcto. Pienso hacerles fotografías periódicas para observar el resultado.


Cornelia, Felicia y Bluff Beauty.

Hermosa fue indultada. Está en su tiesto arropada por una mata de violetas silvestres que la envuelve como si fuera un manto, tiene capullos a punto de abrir, o eso parece, así que decidí no podarla y esperar. Veremos si no languidece.

A los rosales ingleses les hice una poda media, así como a los Floribunda. A los híbridos de té la poda corta es la que más les conviene.

A los rosales antiguos, Konigin Von Danemark y Variegata de Bologna, apenas les hice una ligerísima limpieza de ramas heridas.

Fueron días de trabajo duro que siempre me compensan cuando contemplo el jardín, limpio y ordenado en su desnudez. Desnudez relativa, ya que empiezan a florecer las camelias y el dafne está en su apogeo de flor y aroma.

Buenas noches a todos.


Heritage.

viernes, 20 de febrero de 2009

Flores del jardín.


Jens Munk, una magnífica rugosa canadiense adquirida en el vivero de Peter Beales.


Azaleas.


Azalea.


Rosas y hortensias.


Flores del jardín.

domingo, 15 de febrero de 2009

La poda - 1

Decía en mi anterior anotación que podar es sencillo, ahora bien, no pretendo convencer a los aficionados que lean este blog de que la poda es un trabajo que se pueda hacer sin observar unas determinadas reglas. No hay duda que estudiando un poco un buen manual y usando el sentido común se facilita mucho la tarea.

Hoy en día es muy sencillo encontrar libros especialmente dedicados al cuidado de los rosales, con explicaciones muy claras y fáciles de entender. Tengo dos que son como mis libros de cabecera: "Todo Rosas" de Orietta Sala y "Roses et Jardins" de Mariè-Thérèse Haudebourg, ambos me resultan de gran ayuda.

Luego viene la experiencia, a veces dada por la casualidad. A mí me agrada mezclar rosales con arbustos de hoja perenne, como bojes, bérberis, azaleas, y hortensias, dejando que los arbustos crezcan y los pobres rosales - que quedan aprisionados y a veces medio olvidados - buscando la luz también crecen, más de lo normal, y nos pueden dar gratísimas sorpresas. En algún momento te puede llamar la atención el brillo de una rosa solitaria que sobresale de una masa de hojas verdes o de una mata de hortensias azules y tienes que exclamar ¡Qué belleza!

Si queréis conseguir este efecto tenéis en el híbrido de té Queen Elizabeth el rosal perfecto. La poda de este rosal en este caso es muy fácil, yo me limito a rebajar las ramas que sobresalen de la mata circundante dejándolas dos o tres centímetros más altas que las de alrededor, quito todas las ramillas débiles y rotas y, en ocasiones, corto alguna de más viejas para no agotar la planta, porque al no estar en una situación ideal tiene menos vitalidad. Este rosal es realmente extraordinario, resiste y vive en situaciones de abandono, descuido y cuidados inadecuados durante años y años.

Empiezo hablando de la poda y sin darme cuenta derivo hacia temas que sin duda me gustan mucho más. Pero tenemos que podar. Mañana lunes empezaré por los que me exigen menos esfuerzo que son los que están plantados en la huerta haciendo de cierre, sus ramas están atadas en la red de alambre que separa la pequeña huerta de un camino de guijarros. Ahí está encantado el trepador Marquesa de Urquijo, y el sarmentoso Dortmund, y también, haciendo esquina, un rosal no trepador Robusta de Kordes, este último es muy espinoso pero requiere muy poca poda, le rebajo la altura todos los años para que no sobresalga mucho de la red y le corto las ramas dañadas; me gustan sus sencillas flores de un luminoso tono rojo.

La poda de los trepadores es más trabajosa: hay que recortar dejando dos o tres yemas de flor en todos los brotes que nacen de las ramas principales, que dispongo arqueadas por estética y comodidad. Como siempre hay que hacer limpieza de ramas dañadas y débiles.

Quiero contaros una experiencia: el borde de la huerta dónde están plantados los rosales tenía poca luz, así que se nos ocurrió empedrar el camino que lo delimita con guijarros para que el sol, al reflejarse en ellos, aumentara la luminosidad en la zona y disminuyera la humedad. Me hubiera gustado usar los de color blanco, pero eran demasiado caros, así que me decidí por los que vienen mezclados en varios colores, mucho más económicos. Tuve la paciencia de escoger los más claros y usar los negruzcos solo en los bordes. Fue un trabajo que mereció la pena realizar - con un resultado muy agradable a la vista - pero lo más importante fue el cambio para las plantas, era la zona más fría de la finca y ahora no sólo es más luminosa, sino que la temperatura es sensiblemente más agradable.

En una próxima anotación comentaré mis experiencias con los rosales antiguos y arbustivos.

Por fin hemos visto el sol.

Hoy salió el sol, se aproxima San Valentín, es el momento de iniciar la poda.

Pero el pobre jardín aún está aterido, fueron treinta y cuatro días de lluvia, nieve y heladas. La última semana la lluvia fue torrencial.

Ahora hay que esperar unos días para empezar a podar, no se debe pisar la tierra tan encharcada. Lo aprendí de mi abuela materna, con la que pasé los primeros ocho años de mi vida. La abuela era una mujer de buena salud, gran capacidad de trabajo y mucho saber. No tendríamos mucho dinero, pero teníamos una casa de labranza llena de vida, nos considerábamos muy afortunadas.

Me duele muchísimo cuando oigo esa frase que tanto les gusta a los pseudo-ilustrados de estos tiempos: “...en aquella época en que había tanto analfabetismo...”. Ojalá yo pudiera transmitir el saber de mi abuela, con palabras sencillas me aclaraba el porqué se tenían que hacer las cosas de cierta manera. Hoy me hubiera dicho que la tierra tiene que respirar, con tanta agua le falta el aire. Si me viese entrar en la huerta después de una lluvia fuerte pisando con poco cuidado, diría: "Mataches o que ía nacer". Hoy sé por experiencia que es así: recuerdo que una vez planté Crocus, como hago siempre, a bastante profundidad dentro de pequeños tiestos de plástico en un intento de que pudieran salvarse de los roedores. Ese año no los encontraron pero los niños, en un tarde bastante lluviosa, decidieron saltar justo encima. Por falta de tiempo no removí esa tierra y ese año apenas brotaron y no florecieron.

En unos días, en cuanto la tierra esté menos húmeda, empezaré a podar.

Durante un largo tiempo la palabra “poda” representó para mí un dragón de siete cabezas. Luego me di cuenta de que algunos de sus aspectos, como la longitud de las ramas que se dejan, no tienen demasiada importancia, hagas lo que hagas el resultado no es muy diferente. Sin embargo otras cuestiones, como dejar limpio el centro de las plantas para que circule el aire, sí son muy relevantes. También es importante que las ramas no estén en contacto entre ellas para evitar que con el roce se produzcan heridas.

Sabía que los híbridos de té tenían que ser muy recortados, era fácil entender lo que significaba dejarle apenas tres “ojos” en cada rama. Aún así las primeras veces tenía la sensación que los estaba destruyendo.

Con las Rugosas no hay ningún problema, en algún libro leí que les encanta que las dejes en paz y realmente es cierto, no tienes por qué podarlas si no quieres.

Las preocupaciones empiezan cuando te enfrentas a las demás. En mi siguiente anotación os hablaré de cómo fui adquiriendo confianza y una cierta experiencia.


General Schablikine

El primer día de sol después de tantos lluviosos es como un regalo de Dios; disfruté enormemente. Me limité a recoger las ramas caídas y pasar el cortacésped. La recompensa fue un atardecer con el jardín remozado y con ese perfume tan especial que da la hierba recién cortada.

Próximamente continuaré, hasta entonces buenas noches.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Más fotos.


Rosal de Peter Beales. Se llama Paws, es una belleza.


Ballerina de Bentall, del año 1937. Es un rosal muy atractivo, elegante y leve, fácil de mezclar con otros rosales.


Omiensis pteracantha, se puede observar la belleza de sus ramas. Con la luz del atardecer parece cristal de Murano.


Otoño.

martes, 10 de febrero de 2009

Algunas fotos.


Este rosal ya estaba en la huerta en el año 1931 ¿Será la rosa gálica Charles de Mills?


Fimbriata. Resistente, no le gusta el sol muy fuerte - dicen algunos manuales - yo no estoy tan segura.



Cecile Brunner. Sanísima, la primera floración es espectacular. En mi jardín en el verano tiene pocas flores, pero aún así merece la pena cultivarla.


Iris en la base del Cruceiro.


Uno de nuestros perros, el buenísimo Buyuk.


Iris blancos.

lunes, 9 de febrero de 2009

Aprovechar la luz.

Mi jardín tiene varios problemas, entre ellos el que más me preocupa en relación a los rosales es la falta de luminosidad, principalmente en la pequeña ladera que mira al norte. En la parte más alta de esa ladera hay cinco hermosos árboles - un magnolio, dos robles americanos y dos criptomerias - altos y frondosos. Además hay varios camelios, no muy altos pero tupidos. Todos ellos hacen barrera al sol, principalmente desde septiembre hasta comienzos de abril. Para mí los árboles son sagrados, imposible cortarlos, apenas permití aclarar las ramas del magnolio y limpiar las criptomerias hasta una altura de unos seis metros.


Mis árboles queridos.

Como deseaba plantar rosales ingleses y la ladera era el único lugar disponible, tenía una duda acerca de si podrían desarrollarse correctamente en esa situación. Así que para captar mejor la luz decidí levantar tres bancales, de modo que el terreno quedase nivelado. Además los bancales se rellenan de tierra teniendo cuidado que queden ligeramente inclinados hacia su parte interior de modo que se aprovecha mejor el agua de riego.


Los tres bancales en abril de 2006, con apenas alguna flor.

Para hacerlos utilicé pequeñas piedras, con las que levanté unos de unos sesenta cm. de altura. Es este un trabajo fácil ya que las piedras apenas llevan argamasa y se afianzan con tierra, y por otra parte en los huecos que quedan entre ellas se pueden plantar pequeñas vivaces como Ajuga reptens, Cerastio, Myosotis,Campánulas enanas, etc. Los pequeños muros, además de sostener la tierra, son elementos de gran belleza.

Tienen los bancales otra ventaja que me parece importante. En los meses que van de abril a septiembre en que el arco del sol está alto y podemos tener algunos días de temperaturas de treinta a treinta y cinco grados, facilitan los riegos, los abonados y las escardas para poder mantener las plantas con el suelo fresco y mullido.

Tampoco debemos olvidar que es fácil pasear entre ellos y acercarse a las flores para captar su perfume. Entre bancal y bancal hice un caminito de unos 60 cm. de ancho aprovechando unos adoquines, lo que resulta cómodo, limpio y agradable a la vista. Los adoquines se colocan fácilmente pues simplemente se asientan en arena. Cualquier persona con un poco de habilidad lo puede hacer.

En el bancal más alto, de aproximadamente 10 metros de largo y 1,30 metros de ancho, planté veintiún rosales. Diecisiete de ellos de David Austin, de 90 a 120 cm. de altura, de colores suaves, desde el blanco de Glamis Castle al amarillo de Golden Celebration. Una nota de alegría curiosamente la da un pequeño arbusto de Peter Beales - Bliss - lo recomiendo, es magnifico, fuerte sano y siempre con flores de un rosa luminoso, desde mayo a octubre. Además me atreví a plantar tres rosales de bastante más altura, los tres haciendo un grupo casi en un extremo del bancal. Cuando están en flor son una belleza. El grupo lo forman Buff Beauty, Cornelia y Felicia, entrelazo sus largas ramas entre sí, mezclando los variados tonos de amarillos y rosas y el resultado es una pequeña “torre” llena de luz y perfume.

Algunas rosas de David Austin en el bancal superior.

En relación a Bliss os puedo contar lo que me pasó hace poco: un jardinero que eventualmente me ayuda con la mejor intención me pidió permiso para usar herbicida en la zona donde aparcamos los coches, el firme es de barro y en primavera nace alguna hierbecilla y al pisarla constantemente en los días muy lluviosos se resbala con facilidad, lo que obliga a escardar tres veces al año. Como es un trabajo que cansa muchísimo le permití hacerlo. El tiempo era caluroso y sin viento, pero en verano no es infrecuente que cambie bruscamente - y así ocurrió - a los dos días cayó un fuerte chaparrón y el pequeño Bliss, que estaba plantado muy cerca de la canaleta que recoge el agua que escurre del aparcamiento, sufrió las consecuencias de mi imprudencia. Aunque me di cuenta muy pronto lo único que pude hacer fue retirar con mucho cuidado la tierra para no dañar las raíces, reponerla y eliminar las ramas que me parecieron afectadas; tenía siete y tras el incidente sólo pude conservar dos. Además tuve el máximo cuidado de que la tierra no se secara, una vez al mes lo regaba con caldo de abono orgánico y siempre que pasaba a su lado lo acariciaba - trucos de viejos hortelanos. Ahora sólo mantiene las dos ramas, pero al final del verano tuvo unas hermosísimas rosas y continúa verde y lozano.

En el bancal intermedio, que es un poco más pequeño, hice tres grupos separados por dos matas de Ceanothus, el azul de sus flores combina maravillosamente con el tono rosa nacarado de Heritage y de Lucetta y el rosa más fuerte de Gertrude Jekill. En los extremos, donde este bancal es un poco más ancho (1,75 m.), planté un grupo de dos rosales compuesto por General Schablikine y Stanwell Perpetual, y en el extremo opuesto puse Erfurt Ballerina y también Stanwell Perpetual. El resultado del conjunto me parece perfecto, si bien al Ceanothus le tengo que poner algún reparo, no tiene tanta belleza como yo esperaba, tal vez no le guste el clima o puede que alguna rata le haya dañado las raíces - las ratas son otro de mis grandes problemas.

En el bancal inferior, de unos seis metros por uno y medio, decidí plantar rugosas para que hicieran barrera al viento nordeste que aquí sopla muy fuerte a finales de julio, utilicé Sarah Van Fleet y Hansa. Se desarrollaron más de lo previsto - eran unas magníficas matas - tanto que alcanzaron el metro ochenta de altura y casi lo mismo de diámetro. Pero entorpecían la perspectiva del jardín, así que al cabo de cuatro o cinco años decidí transplantarlas y sustituirlas por otro tipo de rosas de más bajo porte.

Las matas de Hansa fueron divididas y trasplantadas sin ningún problema. Tal como se aconseja cuando se reemplazan rosales que han estado plantados en el mismo lugar durante varios años retiré la tierra y la sustituí por tierra de huerta, abono maduro y algunos sacos de tierra de una marca que me ofrece una cierta confianza. Mezclé también ceniza de leña, algo de superfosfato de potasio y, en el fondo del agujero, unos puñaditos de un abono químico - Entec K-plus. Además enterré, como hago siempre, restos de lana, trozos de cuero y algunos huesos

La otra rugosa, Sarah Van Fleet, tenía muchos problemas provocados por los hongos y tuve que eliminarla. Me dio mucha pena pues las flores son de una gran belleza. Este otoño me han regalado una nueva plantita, que he colocado en un gran tiesto para tenerla cerca de donde me siento habitualmente y así estar más atenta y no dejar avanzar la enfermedad, que supongo aparecerá en la primavera. Ahora sé que es un rosal que necesita tratamientos cada quince días de marzo a octubre. Como no me agrada el tener que usar tanta química haré una prueba con un cocimiento de ortigas, usando el caldo diluido al diez por ciento en el agua del riego. Hay quien afirma que da buen resultado. Espero que sea así.

En noviembre planté en este bancal quince nuevos rosales de David Austin en grupos de tres. En los extremos dos grupos de tres pies de Cottage Rose, más adentro otros dos grupos de tres The Shepherdess y en el centro un grupo de tres Gentle Hermione. The Shepherdess la planté en honor a mi nietecita Pastora. Están brotando muy bien, tendremos que esperar a mayo para ver el resultado.

Ese es uno de los grandes placeres de la jardinería: Esperar.