Galicia tiene hermosos colores, bellas luces y magníficos atardeceres.
La luna de octubre hizo honor a las viejas predicciones: entró en un hermoso día y con hermoso tiempo se despide.
También se dice “la luna de octubre siete lunas cubre”; si se cumple tendremos un invierno poco riguroso.
Ayer la temperatura fue veraniega y aprovechamos para hacer la limpieza del estanque, trabajo siempre fatigoso y que puede llegar a ser duro si hace frío y el tiempo está húmedo.
En la primavera pasada apareció en el río Verdugo una pareja de garzas que se dedicaron a visitar los estanques de la zona. El nuestro fue para ellas un regalo por su escasa profundidad; debió resultarles muy fácil llevarse todos los grandes peces, algunos con más de diez años. Los kois fueron las primeras presas, y su pérdida me produjo un verdadero disgusto, eran mansos y acudían rápidamente a la llamada para recoger su comida. Las carpas - más temerosas - los seguían como un pequeño rebaño.
Para protegerlos les habíamos construidos un pequeño puente de cañas, atadas muy juntas y cubiertas de plantas; creíamos que sería suficiente escondrijo. Y no resultó; sólo se salvaron dos pequeñísimas crías, así que tuvimos que repoblar.
Durante el verano, con las temperaturas tan elevadas, las algas proliferaron y ya casi no dejaban zonas de agua clara para que pudiera observar a los nuevos inquilinos, que ya volvían a crecer. Sólo conseguía distinguir algunas carpas. A los dos pequeños kois que adquirí hace un par de meses no he vuelto a verlos, me dicen que son muy asustadizos y que se pueden esconder por largo tiempo. Tengo mis dudas.
Ahora tienen dos “nidos” - también hechos de cañas - camuflados con juncos, lisimaquias y papiros. Además hemos colocado un gran tiesto de barro boca abajo al que le hicimos una entrada lateral. Lo hemos situado en la zona más profunda, y para mayor seguridad le hemos puesto encima una pesada piedra. También me aconsejan hacer una especie de cúpula con palos entrecruzados; me garantizan que es la mejor protección. Lo intentaremos.
Estos días de sol transplanté algunos esquejes enraizados de artemisia, una belleza de planta dorada que me encantó cuando la conocí en Santander, en el jardín de Elena Rincón, que amablemente me ofreció varios esquejes y luego me trajo algunos tiestos con plantas crecidas. Su jardín es muy soleado, el mío no, y ya las he cambiado de lugar varias veces sin gran éxito, así que he seguido su consejo: retirar los helechos que rodean nuestro cruceiro de piedra y plantarlas pegadas a su base. Me parece que puede resultar. Es una planta de sol - en verano lo tendrá - y en invierno, con el arco del sol tan bajo, gozará solamente de luminosidad y de algún rayo que, filtrándose entre los camelios, las rozará.
Quiero ofreceros algunas fotos de estos últimos días, espero que las disfrutéis.