domingo, 21 de septiembre de 2014

Querido septiembre.



Mi querido septiembre, una vez más te doy la bienvenida. Me quedaría con tu luz, con tu suave temperatura, el cantar de los pájaros tan activos en sus cortos vuelos de rama en rama… apetece tocar la hierba. Los nuevos brotes de los rosales, en su tierno color irisado de oro, me están diciendo que quieren bailar a la vida; algunos florecerán y animarán el jardín que revive del estío lleno de frescor.


Y torno a mi preocupación: los hongos de los rosales. Empecé un tratamiento nuevo utilizando vinagre de sidra, recomendado por el amable autor del magnífico blog chileangarden, Fernando Ruz, que reside y trabaja en Londres. Por su saber y su buen gusto para presentar las fotos de los jardines que visita - que son muchos - hace que sea un regalo descubrir sus publicaciones (…gracias Fernando, me gustaría poder volver a Londres y aceptar tu ofrecimiento como guía de jardines).

Contestando hace algún tiempo a mi pedido de ayuda, me informó de que los ingleses usaban el vinagre de sidra como un antifúngico. Supongo que por su clima y su amor a las rosas tienen de seguro una larga experiencia con este problema.

Además del rociado con el vinagre diluido en agua en la proporción de una cucharada por litro, les estoy dando un aporte de fertilizante líquido que hacemos aprovechando el estiércol de las gallinas. A tres kilos de estiércol le añadimos unos 20 litros de agua, dejamos que repose 20 días, le retiramos las masas que afloran a la superficie y luego lo aplicamos diluido en agua - en una regadera de 7 litros añadimos aproximadamente un cuarto de litro de ese fertilizante. Dicen algunos entendidos que es el mejor sistema de abonado. Este tratamiento lo hacemos dos veces, espaciado unos 15 días. Así intentamos ayudar a la floración del otoño, que si bien es un poco más pobre en cantidad de flores, éstas son más hermosas en su color y a mí me parece que su perfume es más profundo y más intenso.

Esta mañana bien temprano di una pequeña vuelta por el jardín, con mi taza de café en la mano. Canté de puro gozo, y en mi corazón alabé una vez más al Creador de tanta belleza.


jueves, 4 de septiembre de 2014

Casi nada que contar.

Ballerina, Bental 1937.

Casi nada tengo para compartir con mis amigos, los amigos de las rosas.

Mis rosales languidecen. En el pasado estaban muy protegidos por las fumigaciones con productos químicos anti-hongos; al no poder proporcionarles ahora esa protección por problemas de salud se resintieron enormemente.

Para combatir los hongos llevo desde principios de mayo siguiendo un consejo que, según me garantizaron, daba buen resultado, pero no ha sido así. Se trata de rociar las plantas con jabón liquido y aceite diluidos en agua: una cucharada por litro.

Unos amigos que tienen un jardín en esta misma zona, con los mismos problemas - aunque disfruta de más sol, pues no está tan cercado por arboles que lo sombreen - experimentaron con vinagre de sidra diluido y parece que sus rosales tienen brotes más lozanos que los que observo en mis plantas.

Voy a intentar el mismo remedio, a ver si me da resultado. De todos modos los hongos son unos enemigos poderosos, muy antipáticos...

Por otro lado el jardín está verde y apacible, parece que vamos a disfrutar de un septiembre cálido. Siendo así - y si nos salvamos de incendios en nuestros montes - os invito a visitar estas tierras. A pesar de algunas “modernidades” aún es un lugar hermoso.

Aspecto del jardín en estos días:


 Rosa chinensis Mutabilis.

 Anna Fendi, Barni 2004.

 Tickled Pink, Fryer 2006.

 Centaurea.

 Mermaid, Paul 1917.

 The Alexandra, David Austin, 1992.

 Sarah Van Fleet, Dr. Walter Van Fleet 1926.

Hibiscus Disco Belle White.