lunes, 29 de octubre de 2012

Rosas de otoño, bordados y puntadas.

El jardín este otoño tiene una floración pobre. Las plantas, castigadas por los hongos, gastan sus escasas energías intentando reponer nuevos brotes.

Aun así algunas tienen hermosos tonos rojizos y un aspecto saludable. Los pocos rosales que resisten han reflorecido con unas tonalidades especialmente vibrantes. Las rosas del otoño siempre me parecen más bellas que las que brotan en primavera así que, por pocas que sean, me compensan el esfuerzo de cuidarlas. 
Erfurt.

Cottage Rose.

Scarborough Fair. 

 
Cornelia.

Rosal rastrero del que no conozco el nombre ¿alguien lo reconoce?

Hace algunos años visité Londres durante el otoño y pude dedicar unas horas a visitar los Kew Gardens, y me sorprendió comprobar que mis  rosales en la misma época del año estaban más sanos. Alguien me comentó que lo que ocurre es que a los ingleses no les preocupan los hongos… no debe ser exactamente así, pues en sus catálogos siempre resaltan la resistencia a las enfermedades criptogámicas.

Nuestros viveros se preocupan bien poco por este problema. Yo por mi larga experiencia recomiendo encargar plantas que ofrezcan buena resistencia a los hongos. Aunque no sea el rosal soñado, como todos tienen su belleza, sea por la forma, el color o el perfume, merece la pena ceñirse a los resistentes - especialmente si por alguna razón no se pueden tratar con fungicidas con la frecuencia necesaria.

Yo tengo, por ejemplo, un maravilloso rosal que parece inmune a las enfermedades: Cécile Brünner, rebosante de salud, inmenso. Y aún con algunas ramas en flor, lo que no es lo habitual en este clima. Es un rosal de floración libre y caprichosa, muy apreciado por su facilidad de cultivo y por la belleza de sus pequeñas rosas de té de un delicado color rosa de porcelana, exquisitas y perfectas. En un clima húmedo y de fuertes oscilaciones térmicas entre el día y la noche como el nuestro, se encuentran algunos ejemplares con muchos años, casi abandonados, y que siguen floreciendo profusamente todas las primaveras.

 Cécile Brünner.

Ahora me vais a permitir un pequeño homenaje a mi querida cuñada, Margarita González Piñeiro, una artista que en sus bordados consigue reproducir el matizado del color de las rosas con una perfección que emociona. Os muestro algunas fotos de sus trabajos, auténticas obras de arte, en ellos se aprecia su gran técnica y sensibilidad. Quizás la magia del color se la pudo transmitir la luz de su tierra adoptiva, São Salvador de Bahia. Pero el arte… sólo los ángeles y las hadas pudieron regalárselo.

Siempre que contemplo sus bordados me viene a la memoria el soneto que tanto me gusta, Credo, de la poetisa portuguesa Natalia Correia.

Querida Margarita, este poema es para ti, y estas fotos son un pequeño homenaje a tu arte, ya sabes cuánto te admiramos y te queremos.

                                  Credo.
          Creio nos anjos que andam pelo mundo,
          Creio na Deusa com olhos de diamantes,
          Creio em amores lunares com piano ao fundo,
          Creio nas lendas, nas fadas, nos atlantes,
          Creio num engenho que falta mais fecundo
          De harmonizar as partes dissonantes,
          Creio que tudo é eterno num segundo,
          Creio num céu futuro que houve dantes,
          Creio nos deuses de um astral mais puro,
          Na flor humilde que se encosta ao muro,
          Creio na carne que enfeitiça o além,
          Creio no incrível, nas coisas assombrosas,
          Na ocupação do mundo pelas rosas,
          Creio que o Amor tem asas de ouro. Ámen.



 

 

 






Yo intento también captar el color del jardín con mis puntadas. Disfruto mucho haciéndolo y quiero compartir con vosotros algunas fotos. Me parece que el contraste os puede hacer gracia.









jueves, 4 de octubre de 2012

Panorama del jardín.

 Helenae y François Juranville en flor.

Empieza octubre con buena temperatura.

El jardín tiene un aspecto suave, las lluvias de los pasados días le dieron ese aire de limpieza que tanto agrada a la vista, sólo la lluvia lo consigue. Por mucho que se riegue y se rocíe, jamás se consigue que las plantas brillen como lo hacen después de la caída de una lluvia mansa.

Esta foto de 360 grados os dará una imagen de esa zona del jardín que tanto disfruto en los días de buena temperatura. Los rosales que rodean el césped  están pelados, ahí la tierra es menos profunda y más pobre, aún así están generando nuevos brotes que por el momento parecen sanos. Si las temperaturas no bajan demasiado bruscamente quizá lleguemos a ver como se abren algunos capullos.

Faltan las rosas, pero nos queda la suavidad de los tonos de verde de los árboles y de algunos arbustos que conviven con los rosales. Ellos transmiten una especial energía, como si el conjunto - sin tantas notas de color - fuera más apacible.


 Antes de la poda.

 Y después.

 También hemos despejado la pérgola que nos da sombra en verano.

Estoy haciendo podas drásticas con la ayuda de la gente joven que quiere aprender (aunque da la impresión de que sólo un poco). Intentamos controlar las plantas trepadoras. Para ello tenemos que retirar algunos cientos de kilos de ramas, lo cual exige algo de esfuerzo, pero a mí son las labores que más me gustan. Mis nietos, que no son exactamente grandes entusiastas de estas faenas, me discuten si tanto trabajo merece la pena.

Ya no intento convencer, la jardinería no es esfuerzo, es placer... tendrán que llegar a este convencimiento por ellos mismos si quieren que el jardín sea una fuente de salud, alegría y belleza en su entorno.

Con todo mi corazón les deseo que algún día alcancen a entenderlo.

lunes, 1 de octubre de 2012

Alegría (y agradecimiento).



Estoy contenta, hemos podido conservar el milenario acceso a nuestra aldea gracias a unas pequeñas colonias de salamandras rabilargas (Chioglossa lusitanica) y helechos (Dryopteris guanchica) que perviven en este lugar. Al ser animales y plantas en peligro de extinción nos ayudaron a preservar nuestro entorno, que el nuevo trazado de la carretera destruía en gran parte.

También mucha gente nos ayudó desinteresadamente con su trabajo, su apoyo, y sus conocimientos de la flora, la fauna y la geología de esta zona.

Gracias a todos, sin vuestra ayuda nada habríamos conseguido. Tenéis todo nuestro afecto.


Sin embargo para el jardín fue una época poco grata, la obra de la carretera provocó cantidades ingentes de polvo, espeso y graso, que resecaba las hojas de los rosales. La climatología adversa tampoco ayudó, y la imposibilidad de usar productos químicos por problemas de salud agravó el problema.

Lo siento por los rosales - intento ayudarlos con los cuidados que tengo a mi alcance. Están resistiendo en mejores condiciones los que fueron plantados en tierra profunda y bien drenada, en bancales especialmente preparados. Todos los demás - plantados en la proximidad de árboles y en compañía de otros arbustos - tienen un triste aspecto, agravado por el tinte azulado que tienen las pocas rosas que quedan al ser rociadas con sulfato de cobre. Me aconsejaron que hiciera un tratamiento con este producto, y también con una solución jabonosa al 5% de jabón de potasio. Este jabón no se encuentra fácilmente, pero gracias a la receta que leí en el blog El Huerto de Otiñar, lo puedo hacer en casa. La primera experiencia no fue un éxito, pero mañana lo intentaré de nuevo. Ya sé algún truco más, como por ejemplo usar la minipimer a la velocidad máxima para revolver la mezcla en lugar de utilizar la cuchara de palo.


Definitivamente creo que tendré que modificar algunas zonas del jardín, y no sólo porque la sensibilidad química que sufre mi hija me impide usar muchos productos, sino también para aligerar el trabajo.

Empezamos las podas de limpieza de septiembre en los rosales trepadores no reflorecientes, como el Albertine y el Helenae (este último llega a ser avasallante).
 
Scarborough Fair, de David Austin.
 
Lucetta, también de David Austin.

Esta Brother Cadfael de David Austin, fue cultivada en tiesto.

Buff Beauty de Ann Bentall, 1939.

Estoy intentando también controlar el crecimiento de rosales y enredaderas sobre el tejado de la casa. Tendré que eliminar algún pie de parra virgen en el invierno, se ha convertido en una maraña que ya no me agrada.


Siempre es una decisión difícil eliminar lo que tardó tantos años en crecer. A veces es necesario, y hasta aconsejable, hacer podas drásticas.

Seguiré trabajando para intentar que el jardín conserve un aspecto agradable prescindiendo de los tratamientos químicos.


Tendréis noticias de mis logros y mis fracasos.