Llegó el cuco, alegrémonos. Quiero creer que el buen tiempo no puede tardar. Han sido cuarenta y cinco días con sus noches, las noches con lluvias torrenciales, los días con niebla cerrada. ¡Qué gran exceso!!
Querido cuco: siempre me dijeron que no puedes cantar si los robles no tienen hojas, aún tardarán algunos días en brotar y por ello no podemos oír tu canto de alegría, pero me sentí muy feliz al poder contemplar tu fuerte y decidido vuelo. Un año más te doy la bienvenida.
Por otro lado he decidido no volver a podar ningún rosal, únicamente retirar la madera muerta y aclarar levemente algún centro enmarañado en demasía.
Así que tengo dos buenas noticias: la llegada del cuco - una alegría - y la decisión de no podar - un gran descanso.
Mi decisión de no podar se basa en la experiencia: en los últimos años al no poder darle al jardín los cuidados al que estaba habituado pude observar que los rosales menos atendidos tuvieron reacciones curiosas: los más sensibles a los hongos florecieron mucho menos, los plantados en muy buena tierra y muy abonados apenas se resintieron, y los que no pude podar o podé poco están sanos, lozanos y, aún en estos fríos y húmedos días, tienen rosas.
Tres años atrás creí hacerle un favor al rosal Gertrude Jekyll dándole una poda un poco más drástica con la intención de ayudarle a recuperar el vigor que, me parecía, estaba disminuyendo. Fue una mala intervención, eran tres plantas hermosas y ahora llevan una larga temporada floreciendo muy poco y sin recuperarse plenamente. Entretanto me he dado cuenta de que un esqueje de esa misma época al que no toqué, ni siquiera le hice mucho caso, está sano y floreció con normalidad.
Otros rosales de Austin a los que llevo dos años podando muy poco están sanos y vigorosos.
La pasada primavera por problemas de salud no pude podar los híbridos de té, y recurrí a un aspirante a jardinero que les hizo una poda demasiado corta; varios murieron y la floración fue pobre.
Así que intentamos informarnos y llegamos a la decisión de no podar: Claro está que habrá alguna excepción: a los trepadores hay que contenerlos y no dejar que se enmarañen demasiado, y siempre se debe retirar la madera muerta y ventilar el centro de la planta si está demasiado tupida.
Esta decisión no es un capricho, es una necesidad. Estos años pasados el jardín era un bosque, tenía su encanto, sí, pero empezaba a entristecerme al no poder mantenerlo limpio y un poco ordenado. Hace poco he tenido la suerte de conseguir la ayuda de una persona con capacidad de trabajo y gusto por las plantas y así pude hacer una buena limpieza. Tuvimos que sacrificar alguna zona que tenía exceso de matas vivaces, pero el resultado nos parece muy agradable. Dentro de dos meses ya se habrá recuperado el césped que fue bastante castigado durante los trabajos, era inevitable. Tuvimos que recurrir a “remiendos” de tepe para las zonas de paso, porque al tener los perros sueltos nunca conseguiríamos que naciese la hierba, pero es una solución demasiado cara para remendar todos los desperfectos, así que en marzo resembraremos y rápidamente se cubrirán las calvas.
Un saludo para todos.