sábado, 11 de septiembre de 2010

Agosto.

Heritage.

Agosto, y quizás noviembre, son los meses que menos me agradan. Me parecen excesivos: agosto por exceso de luz y noviembre por exceso de niebla.

En este agosto tuvimos temperaturas inusualmente altas, muchos días alcanzamos los 40º C.

Sin embargo las noches sí eran apacibles. Fue muy agradable poder cenar en el jardín sin la habitual sensación de frío y humedad - menos la noche de las lágrimas de San Lorenzo, en la que esperamos la lluvia de estrellas estoicamente, tapados con mantas y aun así tiritando. Y como siempre, desde tiempos inmemoriales supongo, pude murmurar a los bólidos que cruzaban el cielo las palabras que tantas veces le escuché a mi abuela: Dios te guíe.

Westerland y Rosemoor.

A pesar del fresco fue una hermosa noche, invitados a cenar en casa de buenos amigos, admirables anfitriones, disfrutamos de una mesa espléndidamente aderezada y de una magnifica cena: sabrosa, leve y equilibrada.

Tienen mis amigos un jardín con rincones de hermoso colorido, aunque este verano también fue muy castigado por el calor excesivo. La ladera de acceso a la casa parecía una gran manta de terciopelo con todas las tonalidades de ocres y tierras, y aún así era una belleza. Ahora ya estará reverdeciendo, al ser una zona de musgo con las lluvias de estos días volverá a la suavidad de los verdes. En pocos años su dueña - con alma de jardinera y que ahora dispone de más tiempo - llegará al jardín soñado.

El gato con Sister Elizabeth en su primer año.

Incluyo algunas fotografías de estos días pasados, podréis daros cuenta de que, teniendo agua suficiente, los rosales no sufren, al contrario, en agosto la floración fue larga.

Ahora está empezando la “remontada” de septiembre, con las plantas en perfecto estado de salud gracias al último tratamiento para los hongos que apliqué, creo recordar, en los últimos días de junio.


Rosas Bonica con flores de Phlox.

Albertine.