miércoles, 19 de octubre de 2011

Verde y ocre.

 
Verde y ocre, son estos los colores de este otoño en el jardín.

Estos días pasados fueron demasiado cálidos, de luces brillantes. El amanecer de la foto aterraría a mi abuela. No creo que ella supiera nada de las erupciones solares, pero hablaba del “elisis”, y de sus nefastas consecuencias. Por donde pasaba el elisis todo quedaba quemado. En mi fantasía de niña esa palabra significaba la fuerza del mal. Y algo de eso debe ser cierto, pues la gran erupción solar de estos días pasados castigó duramente el jardín.


Hago dos riegos al día, al amanecer y en la caída de la tarde; pero lo quemado solo en los próximos meses se podrá recuperar. Sin embargo, en las zonas que no fueron castigadas por el elisis, el jardín está casi demasiado verde. Seco y verde. Es extraña la sensación que transmite. Un poco claustrofóbica. Apetece podar.



Sólo están en flor unos pocos rosales: Felicia, Golden Celebration, Gertrude Jekyll, esta con una floración muy pobre, y algún otro punto de color aquí y allá. Fallaron las “setembreras”, que normalmente por estos días empezaban a llenar el jardín de esos tonos azulados que tanto me gustan. Quizás yo tenga la culpa, pues llevo varias temporadas sin renovarlas ni replantarlas. Han crecido demasiado y están débiles.

Con todo - y a pesar del polvo, de la falta de lluvia y del elisis - esta tarde el jardín olía maravillosamente. En algún momento me pareció percibir el olor del mar... y eso que está alejado unos veinte kilómetros.



Ya estoy empezando a recoger hojas caídas para cubrir la tierra alrededor de los rosales. Luego las cubriré con abono maduro de caballo. Hay quien opina que no es el mejor de los abonos, pero como es el único que puedo conseguir lo tengo que dar por bueno.

Este año, por falta de humedad, el compost está muy poco avanzado. Espero que en la primavera ya lo tendremos en buenas condiciones de madurez pero, tal como está, creo que este otoño aportaré sólo el abono de caballo. Hubiera sido de gran ayuda poder triturar los restos orgánicos, así el compost estaría en óptimas condiciones en muy poco tiempo.


Por problemas de salud no puedo usar fungicidas, así que ya empecé con los rociados de  sulfato de cobre. En las fotos se notará alguna rosa tintada, es el único defecto que tiene este producto.

También he empezado a podar algún trepador, no conviene que las ramas demasiado largas sean zarandeadas por el viento del invierno.

 
 

Y por primera vez decidí eliminar rosales, en particular los que tuvieron poca resistencia a las agresiones  del ambiente. Casi todos los comprados en mercadillos por las circunstancias de este verano quedaron reducidos al puro esqueleto. No fue una decisión fácil, estuve dudando bastantes días, pero ahora que ya no están pienso que ha sido un acierto. El aspecto del conjunto es de mejor salud.

Hasta pronto, un saludo.