9 de julio
Hoy es un buen día para contemplar el jardín, ayer la lluvia lo regó con calma y en profundidad. ¡Qué bien huele la tierra mojada en un día cálido!
Me trae el recuerdo de las "Botadas", así llamábamos al trabajo de arar las fincas para sembrar el maíz. La tierra, tras ser removida por el arado, cuando la lluvia la empapaba, "fumegaba", parecía que de ella se elevaba humo. Ese aparente humo esparcía un olor envolvente, profundo, como el aroma de la trufa fresca: era sin duda un perfume energizante.
Mi aldea era un hermoso cuadro de pequeñas fincas enmarcadas por los muros construidos por manos hábiles que ensartaban las - casi siempre - pequeñas piedras, sin ninguna argamasa. Hoy se les llama muros de “piedra seca”, ya pocos se conservan en buen estado. Algo he leído últimamente acerca del interés turístico de protegerlos, ojalá así sea.
17 de julio
Pasaron unos días y continúo con mis reflexiones, propósitos y búsquedas.
Tengo ante mí un gran reto: minimizar el trabajo en el jardín. Llevo un año en este empeño, con un muy pobre resultado. Dejé las plantas solo con los cuidados imprescindibles: riego y abonado, y el resultado no fue alentador.
Acepto y agradezco consejos.
Para consolarnos os ofrezco algunas fotos del jardín realizadas hace algunos días.