Una de mis hijas me envía unas líneas sobre las navidades de este año, como podéis ver afortunadamente están los niños para marcar el ritmo del tiempo: para nosotros inevitables nostalgias, para ellos la ilusión y la esperanza.
La preparación de las navidades.
Este año recogimos en familia, con los niños, pequeñas ramas, piedrecitas y cortezas para hacer el belén y disfrutar de una maravillosa excursión en un día de invierno perfecto. Todos bien abrigados y con botas de goma para chapotear en charcos y regatos. Pudimos así compartir y transmitir el respeto y amor por la naturaleza y las tradiciones familiares.
De repente, en plena faena de la construcción del nacimiento: ¡una sorpresa! Entre las ramas aparece una minúscula pareja de ratones, adorables, con sus grandes ojos llenos de humanidad. Tras unos momentos de excitación y revuelo, con bastantes correrías, conseguimos atraparlos para que no se queden en casa y liberarlos en el jardín. Se han asustado un poco pero se escapan rápidamente entrando en un pequeño agujero del muro más próximo. Ha sido muy divertido y es un recuerdo inolvidable para todos, pero en especial para los más pequeños. Creo que podremos crear un cuento navideño con estos recuerdos.
Nochebuena.
Me encanta llegar a casa y encontrarla iluminada, acogedora, con aire y aroma de Navidad ya desde el primer atisbo, desde afuera. El olor de la leña humeando por la chimenea, el aire fresco y la tierra húmeda, la visión de las velas, el candil y las ramas. Y al entrar la explosión del encuentro de todos aquellos a los que más quiero, ajetreados en la preparación de la cena. Tras el saludo repaso las decoraciones por toda la casa y hago fotos, que siempre son insuficientes. Me encanta, disfruto mucho con todos y recuerdo mucho a los que ya no están pero que de algún modo nos siguen acompañando.
Un beso,
Montse.
En mi casa conservo la tradición portuguesa, la “consoada”, cena familiar que en años pasados se servía después de asistir a la misa del gallo. Ahora sólo podemos contemplar antes de la cena - yo siempre emocionada - el Belén. Le pido a Dios que para los niños sea tan importante ese símbolo como lo es para mí.
Recuerdo que la cena no era pesada, lo fuerte eran los variados postres. Los más tradicionales: las natillas, el arroz dulce y algunos pasteles de miel. Y siempre las deliciosas torrijas de leche, y también las de vino tinto, mis preferidas, aún hoy me gustan......
El día 25 desde que era niña seguimos casi los mismos pasos: por la mañana antes del desayuno la alegría de los regalos que aparecen en la chimenea. Con alguna variante intentamos ser fieles a esta tradición. Estas Navidades el Niño Jesús (otra tradición portuguesa) fue muy dadivoso con los niños mientras que los mayores intercambiamos regalos entre nosotros. Es una fiesta no sólo por las sorpresas que podamos encontrar - casi siempre son pequeños recuerdos - sino que lo más importante es la belleza de los envoltorios, incluso hay una cierta rivalidad... Este año hubo una ganadora indiscutible, con viejos retales, trocitos de encaje de viejas lencerías, puntadas y más puntadas, Ana, que dice no ser nada habilidosa, nos derrotó a todos con muchos puntos de ventaja. ¡Continúa con la aguja Anita!
Ya hemos pasado el día 15, así que tenemos que empezar ya los trabajos del jardín. Hay un dicho portugués - quién haya leído el romance de Eça de Queirós, A Cidade e as Serras, quizás lo recuerde:
Em Janeiro - mete obreiro
Mês meante - que não ante.
Si el tiempo lo permite lo más urgente es la poda. Estos días pasados ya tuve algún “ayudante” amigo de lo ajeno... aunque creo que al pobre no le merece la pena arriesgarse, de noche, en un jardín desconocido, a llevarse algún traspiés, pues siempre corta lo que arraiga con dificultad y a mí no me ayuda nada porque realmente “poda” muy mal.
Siento pena de que en esta zona sin gran tradición de jardines, los que más parecen interesarse por las rosas tengan vergüenza de confesarlo. No encuentro otra explicación para que todos los años nos hagan la misma, digamos, “visita” y no aprendan que los jardineros, aunque solo seamos unos aficionados, encontramos un especial placer en regalar esquejes e intercambiar plantas.
Hoy inicié la poda y pude hacer un hermoso ramo, el rosal Paws de Beales plantado en tiesto tenía 18 capullos, algunos casi abiertos, otros un poco castigados por la lluvia. Los estoy contemplando y es como si me dijeran que el esfuerzo de podar merece la pena.
Buena salud para poder hacer la poda con alegría. Hasta pronto.
Maruxa.
lunes, 17 de enero de 2011
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