domingo, 18 de octubre de 2015

Reflexiones sobre la belleza y el daño.


En mi casa hay algo de tristeza porque creen que ya no volveremos a disfrutar de las hermosas y tupidas mezclas de vivaces, rosales y bulbosas que aportaban una belleza indiscutible al jardín.


 Esas mezclas son espectaculares - no hay duda - pero las vivaces crecen y se multiplican con fuerza mientras que los rosales sufren y dan la sensación que se van encogiendo. Este año la floración fue pobre, sus hojas amarillentas y con manchas negras empezaron a caer a medio verano y sus ramas - más delgadas de lo normal - se doblaban aunque no tuvieran demasiadas flores.

En mi opinión la causa del empobrecimiento de los rosales fue que, tras haber abandonado los tratamientos químicos antifúngicos por nuestros problemas de salud, los hongos atacan ahora con más intensidad a los rosales rodeados de vivaces ya que estas, con su vigoroso crecimiento, dificultan la circulación del aire manteniendo las matas más húmedas, disminuyen la llegada de luz a la planta y además complican las labores de limpieza del suelo.


Los rosales de los tres bancales cercanos a la casa llevan plantados diez años. Antes los fumigábamos cada dos semanas, desde mediados de marzo hasta finales de septiembre, con muy buenos resultados. Tras abandonar los productos químicos recurrimos en 2014 a los rociados con vinagre de manzana, que apenas funcionaron. Este año probamos el aceite de Nem y el efecto tampoco fue el deseado.

Así pues me vi obligada a tomar algunas decisiones, en un principio "desagradables".




 En primer lugar retiramos, con el máximo cuidado posible, todas las vivaces y la gran clemátide que estaban - al menos aparentemente - ahogando el hermoso grupo formado por Felicia, Cornelia y Buff Beauty.

Empezamos el trabajo levantando los plantones de la salvia con su pan de tierra. Tras pensarlo mucho decidí dividirlos y plantarlos en tiestos. Así en el momento que convenga podré utilizarlos enterrando los propios tiestos con la planta dentro, de modo que se pueda controlar su desarrollo, que en tierra libre puede ser avasallador para los rosales cercanos.

Los Phlox también los repondremos de este modo, plantados dentro de grandes tiestos bien abonados y luego enterrados. Creo que puede ser una buena solución.


Por otro lado era necesario controlar el desarrollo de la gran clemátide. En este caso no es viable plantarla dentro de un tiesto, así que hay que recurrir a la poda. Intentaré guiarla alrededor de las ramas bajas de los tres rosales, sin dejar que los ahogue.

También dividimos el Cerastum, esperando que en la primavera se mezcle con los Miosotis. Siempre es una fiesta para los ojos la combinación del color plateado del Cerastum con sus flores blancas y el azul lavanda de las pequeñísimas florecillas del Miosotis. 


Y para terminar retiré las viejísimas lavandas que - quizá por podas incorrectas - se habían vuelto muy leñosas, con un aspecto poco agradable y ocupando demasiado espacio, impidiendo además una buena circulación del aire en el bancal. En su lugar repusimos plantas jóvenes de lavanda ya que su proximidad es muy beneficiosa para los rosales al impedir la proliferación de los pulgones.

Tras estos trabajos es posible retirar con facilidad todas las hojas caídas, remover la tierra, e incluso reponer aquella que el agua del riego va arrastrando por los agujeros abiertos por los roedores, que este año fueron una plaga.

Además le aportamos sobre tres kilos de compost por metro cuadrado y un último rociado de aceite de Nem.





En estas fotos tenemos el aspecto del bancal con las pequeñas lavandas recién plantadas.

Voy observando el resultado y quiero creer que la situación está mejorando… ya van apareciendo algunos brotes sanos y el aspecto general es de mayor vitalidad. Solo Alfred de Dalmas continua algo alicaído.


Mientras trabajábamos pude observar mejor algo muy curioso en una planta que llevaba siguiendo desde tiempo atrás. Se trata de una salvia que estaba situada en tierra muy pobre, casi sobre piedras. De su rama más alta, a una altura de unos 40 centímetros, brotaron unas raíces aéreas, tras lo cual empezó a inclinarse hasta rozar el suelo. Entonces las raíces se desarrollaron plenamente y la rama se llenó de brotes sanos y fuertes. Sí... ¡la salvia quiere ser la heredera del jardín!


Mi preocupación, casi obsesiva, es conseguir un equilibrio entre belleza y salud del jardín.

El gran jardinero André Eve, lo consiguió en sus creaciones, que me parecen maravillosas. Siento no haber tenido la posibilidad de visitar físicamente sus jardines, solo los he visto en video y fotografías, leyendo sobre sus trabajos.

Él tenía a su favor sus conocimientos, la buena tierra, un clima favorable y un gran sentido artístico - sin el cual no hay posibilidad de crear tanta belleza como la que se puede observar en el video realizado en el pequeño jardín de su casa.

Video:  Jardin du Centre Val de Loire - Le Jardin d'André Eve.

Yo solo puedo hacer uso del sentido común, algo de esfuerzo y la experiencia de muchos años de trabajo para intentar conseguir el jardín soñado.

Esa experiencia es la que intento compartir con todos vosotros.