“Cando á ruliña oias rular,
colle o foliño e vai sementar”.
Que se podría traducir por:
“Cuando a la tórtola oigas arrullar,
coge el zurrón y vete a sembrar.”
Esta mañana la rula, la tórtola, cantó - ya podemos sembrar los cosmos y las espuelas de caballero.
Las espuelas de caballero (Delphinium) son las plantas que más me gustan para mezclar con los rosales, pero en los viveros raramente se encuentran. Sembrarlas es fácil; lo difícil es evitar que las babosas y los caracoles las devoren. Sería más cómodo comprar algunas ya con altura suficiente para que no corrieran el peligro de ser devoradas.
Yo las siembro en un tiesto grande y tengo el cuidado de rodearlo de sal gruesa, renovándola todos los días - uso la sal sobrante de la salazón del cerdo. Con que te olvides unos días es suficiente para que se den un banquete. Si este año consigo salvar algunas las plantaré en tiestos que luego enterraré, en lugar de transplantarlas directamente en la tierra. Así en la primavera siguiente, cuando empiecen a brotar, podré retirarlos y tenerlos nuevamente rodeados de sal hasta que alcancen altura suficiente.
Para sembrar la lavanda, la amapola de California y la centáurea espero el canto del cuco. Los robles ya están brotando y los tojos están en plena floración, así que en pocos días le oiremos cantar.
Luego llegarán las golondrinas, aunque no a mi casa. Hace muchos, muchos años, siendo muy niña, les hice una gran maldad y nunca me lo perdonaron. Tendría cinco o seis años y varias veces al día con una escalera subía hasta su nido, procurando que los mayores no me vieran, pues sabía que estaba prohibido. Yo sólo quería mirar, y esperaba con ansiedad que nacieran los pajarillos. Un día no resistí la tentación de tocarlos, pero resbaló la escalera y me caí, arrastrando el nido que tenía dos crías. Tengo la imagen de mi abuela grabada en mi memoria - sus hermosos ojos azules mirándome con tristeza - no me regañó, sólo me dijo: “nunca máis volverán a esta casa…” Y no volvieron.
Espero una vez más en esta primavera pedirles perdón. No anidarán en esta casa pero me anunciarán que es el momento de sembrar en la huerta.
colle o foliño e vai sementar”.
Que se podría traducir por:
“Cuando a la tórtola oigas arrullar,
coge el zurrón y vete a sembrar.”
Esta mañana la rula, la tórtola, cantó - ya podemos sembrar los cosmos y las espuelas de caballero.
Las espuelas de caballero (Delphinium) son las plantas que más me gustan para mezclar con los rosales, pero en los viveros raramente se encuentran. Sembrarlas es fácil; lo difícil es evitar que las babosas y los caracoles las devoren. Sería más cómodo comprar algunas ya con altura suficiente para que no corrieran el peligro de ser devoradas.
Yo las siembro en un tiesto grande y tengo el cuidado de rodearlo de sal gruesa, renovándola todos los días - uso la sal sobrante de la salazón del cerdo. Con que te olvides unos días es suficiente para que se den un banquete. Si este año consigo salvar algunas las plantaré en tiestos que luego enterraré, en lugar de transplantarlas directamente en la tierra. Así en la primavera siguiente, cuando empiecen a brotar, podré retirarlos y tenerlos nuevamente rodeados de sal hasta que alcancen altura suficiente.
Para sembrar la lavanda, la amapola de California y la centáurea espero el canto del cuco. Los robles ya están brotando y los tojos están en plena floración, así que en pocos días le oiremos cantar.
Luego llegarán las golondrinas, aunque no a mi casa. Hace muchos, muchos años, siendo muy niña, les hice una gran maldad y nunca me lo perdonaron. Tendría cinco o seis años y varias veces al día con una escalera subía hasta su nido, procurando que los mayores no me vieran, pues sabía que estaba prohibido. Yo sólo quería mirar, y esperaba con ansiedad que nacieran los pajarillos. Un día no resistí la tentación de tocarlos, pero resbaló la escalera y me caí, arrastrando el nido que tenía dos crías. Tengo la imagen de mi abuela grabada en mi memoria - sus hermosos ojos azules mirándome con tristeza - no me regañó, sólo me dijo: “nunca máis volverán a esta casa…” Y no volvieron.
Espero una vez más en esta primavera pedirles perdón. No anidarán en esta casa pero me anunciarán que es el momento de sembrar en la huerta.
Me encantan leerte, me recuerdas perfectamente algunas cosas de mi niñez.
ResponderEliminarMe alegra haberte encontrado.
Maruxa, me encantan los jardines con plantas perennes. Siempre me han gustado las Delphinium perennes, pero las veces que las he conseguido no se han dado demasiado bien por lo golosas que son para toda la fauna. En cambio, de las anuales hace mucho tiempo que no he sembrado, pero igualmente cada año sigue naciendo alguna.
ResponderEliminarSaludos!
Maruxa, Josep y yo hemos renombrado una de las rosas de Padrosa como Oreneta (golondrina en catalán), a falta de conocer su identidad verdadera, y dado el gusto del hibridador por las aves. Me he acordado al leer tu relato,...tienen que perdonarte, eras apenas una niña....
ResponderEliminarLos delphinium son muy espectaculares. Preciosos. El tema de caracoles y babosas hizo que me diera por vencida con las hostas, no sé qué tienen, para que les gusten tanto, caramba.
Bicos para tod@s!!!.
Anduriña, Oreneta, palabrasllenas de música.
ResponderEliminar¿Comoserá esa rosa? me gustaria conocerla.
Un saludo afectuoso para los dos.
Maruxa.
Este artículo me parece maravilloso. Gracias y enhorabuena.
ResponderEliminarun nido artificial en donde estaba el otro puede animar a los jovenes de los alrededores buscando casa a instalarse y fabricar uno propio cerca, hace falta paciencia pero supongo que la recompensa sería grande y no pierdes nada por probar.
ResponderEliminarEste año aún no cantó el cuco y no llegaron las golondrinas pero no vendrán a casa pues ya recorrí a todos los trucos y en vano.
ResponderEliminarsaludos.