En la pérgola de la vieja "eira" florecía por segundo año el Rambler François de Juranville, era el comienzo del verano de 2007.
Nuestra "eira" está orientada a poniente, protegida del norte y del este por las paredes de la casa. En esta zona las casas se construían frecuentemente con la forma de una ele rodeando la eira, que se empedraba con grandes losas de granito llamadas "propiaños", y estaba destinada al trabajo de desgranar el centeno y el mijo. Como estos cereales sueltan el grano más fácilmente con temperaturas altas era conveniente que le diera el sol de plano durante bastantes horas.
Cuando en nuestra zona se abandonó la agricultura, allá por los años 50, la eira se transformó en nuestra sala de estar y comedor, siempre que el tiempo lo permitía. Pero era demasiado calurosa en las tardes de verano, así que se plantaron en el lado sur árboles para que la sombrearan. Además se construyó una pérgola con cuatro columnas de piedra y travesaños de roble.
Recientemente tuvimos que rehacer la vieja pérgola y decidí eliminar algunas las plantas que la recubrían y sustituirlas.
Quería que la pérgola tuviese flores durante todo el verano, desde primeros de mayo hasta octubre, así que decidí plantar en las columnas cercanas a la pared de la casa una clemátide Montana, manteniendo un antiguo ampelopsis por el colorido de sus hojas en otoño, y en las columnas exteriores unos rosales: François de Juranville , Helenae y Zephirine Drouhin.
El resultado ha sido sorprendente: en lugar de lo que yo esperaba los rosales se han “fugado” de la pérgola, colonizando el tejado, entrelazados e inmensos, tanto que me parece que no tendré capacidad física para hacerles una buena poda. La clemátide corre tras de ellos y la pobre pérgola está quedando desnuda, solo la Ampelopsis intenta recubrirla.
El primer año François de Juranville creció bien y floreció un poquito, Helenae creció muchísimo y no floreció y Zephirine apenas creció y dio una sola flor. La clemátide floreció bien pero sólo en su columna.
El segundo año François de Juranville alcanzó los 4 metros y tuvo una magnífica floración y la clemátide lo alcanzó y también floreció ¡pero en momentos distintos! No era lo que yo esperaba. Helenae no floreció pero creció alcanzando el tejado de la casa y Zephirine apenas creció y floreció muy poco.
La foto es del tercer año en que François de Juranville floreció menos pero creció más que los primeros años, lanzando largas ramas y mezclándose con Helenae, que por primera vez tuvo algunas flores.
Por fin el pasado año la floración de Helenae fue esplendorosa y la de François de Juranville fue más pobre.
Antes pensaba que podría ser la sombra de los árboles lo que producía esta “fuga”, pero hace pocos días me enteré de que jamás se debe plantar una clemátide Montana cerca de un rosal, así que quizás sea esa la causa. Tendré que recortarla para limitar su crecimiento y me causa pena.
Los japoneses consideran a los maestros jardineros personas del máximo prestigio, cuanta razón tienen ¡qué difícil es el arte de la jardinería! Buenas noches a todos.