jueves, 16 de febrero de 2012

La Candelaria.

 Dos viejos dichos de esta tierra se relacionan con estos días del año:

Se a Candelaria chora, inverno fora. Se a Candelaria venta, inverno entra.
Ela que chore ou que vente, ou que deixe de ventar,
metade do inverno está por pasar.


No mes de xaneiro sube ao outeiro,
se ves negrexar, ponte a cantar,
se ves verdexar, ponte a chorar.


A los dos le daré razón: la mitad del invierno aún está por pasar y el campo está requemado por la helada. Decía la gente que la escarcha - a xiada - “purificaba” la tierra, y de ese modo habría una buena cosecha.


Poco pude hacer en el jardín porque después de la Candelaria tuvimos vientos fuertes y helados. Aún hoy, a mediados de febrero, hace mucho frío, y con estas temperaturas no es conveniente podar lo rosales.
 

Este año me regalaron seis ejemplares de David Austin, que mantengo enterrados en una zanja del huerto en posición horizontal, casi completamente cubiertos de tierra, esperando que el tiempo se suavice. Algún año los tuve esperando así – abarcelados - más de un mes, y no se resintieron. Al no estar en posición vertical se les retrasa el desarrollo de las yemas. Luego, al plantarlos, hay que tener cuidado de refrescar los cortes de las raíces y podarlos un poco, dejando sólo dos o tres ojos en cada rama.

Solamente pudimos trasplantar el rosal Meg, arropándole las raíces con hojas secas, y hacer algunos pequeños trabajos de limpieza. Me espera una buena faena así que el tiempo y mi salud lo permitan.

En relación a esta última - y a los remedios que utilizo - un amable lector anónimo me ha dejado una nota hablando de los peligros de la homeopatía. Agradezco su interés y sus palabras, que son sensatas, y reconozco que hay que tener cuidado con los charlatanes.


Yo tuve la suerte de poder acceder a la consulta madrileña del profesor Francisco Albertos Constan, fallecido hace pocos años, y siempre le estaré agradecida. Era médico y usaba en muchos casos medicamentos homeopáticos. Él me ayudó a resolver un gran problema de salud, ante el cual la medicina tradicional, tras muchos intentos, se había demostrado ineficaz.

Hoy tengo una doctora en quien confío, claro que a veces le digo en broma: ¡Qué fracaso! ¡No consigue que vuelva a tener veinte años! Dra. Edith Fernández, muchas gracias por los buenos “remiendos” que me va poniendo.

Uno de los problemas para los que utilizo remedios homeopáticos es el de los calambres, tan dolorosos que leyendo la vida de la Santa de Ávila me identificaba con ella, pues me parecía que serian calambres lo que tanto la atormentaba. Yo desde muy pequeña los recuerdo; los sufría muy esporádicamente, pero el dolor era tan intenso que necesitaba saltar, bailar o apoyar fuertemente los pies en alguna pared - algunas veces llorando – durante 10 minutos antes de que empezase a remitir. Así que bendito cuprum metallicum, será agua, será cobre… yo sólo sé que tomo 3 gránulos y en dos minutos desaparece la desagradable sensación de que los tendones van a estallar. Además, aunque el cobre sea malo tres gránulos media docena de veces al año no me asustan. Lo que no me agrada nada es el terrible tirón de los calambres.

Dicen que el próximo lunes suben las temperaturas, ojalá tenga el ánimo suficiente para podar con alegría mis rosales, muchos de los cuales, a pesar del frío, aún están floreciendo.


Hasta breve.