jueves, 16 de agosto de 2012

Sotriñeiro.

Julio fue un mes sotriñeiro.




Sotriñeiro” es una palabra que recuerdo de mi niñez, se aplicaba a gentes que nunca pronunciaban malas palabras, pero tampoco realizaban acciones buenas. Podía tener esa acepción o también otras: gente poco limpia, algo avariciosa, burlona y un tanto falsa.


Este pasado julio mereció este calificativo: fue un mes sin flores, sin perfumes, de pocos pájaros, días calurosos y noches bien frescas, o bien a la inversa, días de niebla cerrada y noches con temperaturas de pleno verano. Las plantas, como cualquier ser vivo, acusan estos cambios de brusquedad tan poco habitual. En estos días pasados el tiempo se estabilizó y ahora el jardín se recupera rápidamente.





Para combatir los hongos dimos a los rosales un buen rociado de infusión de cola de caballo (Equisetum). Para ello utilizamos 300 gramos de planta seca que hervimos en 5 litros de agua durante 20 minutos. La infusión resultante la pasamos por un colador antes de añadirle otros 45 litros de agua y aplicarla luego mediante una sulfatadora. En este momento tienen un magnifico aspecto, pero aun así este fin de semana repetiremos el tratamiento.

Supongo que algunos rosales acusarán la falta de los tratamientos anti-hongos tradicionales, en especial aquellos que son muy sensibles a los ataques de la roya, en mi experiencia la epidemia más dañina. Con pena tendré que eliminarlos ya que por problemas de salud he decidido prescindir en lo posible de productos químicos industriales en mi jardín y en mi casa.



Ayer llegaron los camachuelos… ¡pobre gardenia! seguro que será atacada de nuevo; sus brotes deben ser para ellos un manjar. Son tan hermosos que me alegré mucho al poder contemplar sus revoloteos, siempre en parejas y sin ningún recelo de mi presencia.


Como siempre los rosales que mejor resistieron este tiempo tan irregular fueron Paws de Peter Beales y Felicia del Reverendo Pemberton. Golden Celebration de David Austin remontó rápidamente tras retirarle todas las flores ajadas por la lluvia. Ahora el jardín ya se ve lozano y especialmente perfumado.



En estos hermosos días nos hemos reunido como todos los años para celebrar con un almuerzo familiar el día de la patrona de nuestra aldea. Son momentos felices, y el jardín es un elemento de gran importancia para el bienestar de todos nosotros. Es entonces cuando cobra sentido todo el esfuerzo físico y todas las horas de dedicación.